Hay poca gente que en Ciudad de los Niños, hablen de la existencia de un invernadero que una vez dio buenos resultados. Se cuenta como una leyenda, como de algo sucedido que se recuerda con anhelo. Los propios empleados de la Ciudad se encargaban de gestionarlo y cultivar aquello que creían conveniente. Fueron grandes años en los que la producción de hortalizas tuvo un gran rendimiento.
Con el paso de tiempo y de la poca implicación de los niños, el invernadero fue quedando en el olvido. De tal manera que se empezó a deteriorar y dejó de existir permaneciendo solo en la memoria de los empleados más veteranos. En invernadero quedó ahí, sobre las tierras que un día lo sostuvieron pero no formando más que escombros en un terreno dominado por el pasto. Un pasto bravo, duro, estrella lo hacen llamar, pero que como todo se puede dominar.
Tres pilares se desmarcan entre la espesa hierba, rígidos, soberbios, aislados, cuyo recuerdo obliga a mirar más debajo de su sustento e invitan a reconstruir lo que un día fue una estructura galvanizada.
Hace unos días diseñé un cronograma de trabajo, en una semana tengo que dejar preparado el terreno. Los dos primeros días los dedicaré a eliminar toda la hierba y después moveré la tierra hasta dejarla igualada. Nada más cerca de la realidad. Después de dedicar más de cinco horas al proceso de eliminación de la estrella llegué a la conclusión que 18.000 m2 no los iba a poder preparar en menos de una vida. Pero ese no era el único inconveniente, en los últimos años el terreno se había convertido en un estercolero donde se acumulada en una base de un metro de tierra la basura que sobraba de los talleres de agropecuario. Los primeros días dejé de verlo posible.
Entonces sucedió algo bello, conocí a uno de los mejores vaqueros de toda Costa Rica, Don Wilbert. Algún día contaré su historia, pero simplemente tenerlo cerca es un privilegio para una persona que desea aprender. Los profesores de la vida no nacen enseñados, se crean a base de trabajo y durante cuarenta años esa ha sido su máxima. En cuatro días de trabajo duro hemos dejado el terreno perfectamente nivelado, con un chapulín (tractor) y su correspondiente pala. Ahora el terreno tiene un aspecto precioso y está listo para ser trabajado.
Bueno!!!!!!
ResponderEliminarYa echaba de menos saber cómo vas con ese pedazo invernadero productivo que vas a conseguir sacar adelante!
Yo quiero más detalles de los avances!!!!!Vaya curro dejar el terreno como lo habéis dejado.
Siguiente paso?