Una de las primeras normas es que, de lo que se hable en la vaquería, se queda en la vaquería. La segunda es que nunca, bajo ningún concepto, puede quedar comida. Dos pilares principales que marcan el ritmo de vida de los vaqueros de la finca de la Ciudad de los Niños.
Por definición un vaquero es una persona de carácter duro pero cercano, curtida por el paso del tiempo y ampliamente conocedora de su entorno. Solamente ellos saben cómo tratar con los animales, tal vez solo sean ellos quienes sepan hacer entender a los animales. Estos les respetan hasta tal punto que cada cierto tiempo las vacas giran su poderosa cabeza en busca de la presencia de su vaquero. Puede ser que tal vez les vean como protectores de su entorno, el caso es que un vaquero es más que suficiente para llevar un rebaño de más de 20 vacas, las cuales cada una de ellas, quintuplica su peso en bruto. Afables, profesores de la vida nunca desaprovechan una ocasión para mostrar sus conocimientos.
Wilbert |
Pero un vaquero conlleva mucho más, tractores, rodeos, tabaco de mascar y guaro, iconos de una forma de vida que suponen una mirada de admiración, como si un niño hubiese recibido su cromo preferido.
Rafael y Wilbert |
Café, tamales, aguadulce y gallo pinto. De vez en cuando algo de pollo y por norma un aguacate. Una conversación animada, llena de Maes, Pinche, Playo y sobre todo muchas, muchas risas.
Wilbert, Rafael y Donald, todos ellos vaqueros, todos ellos grandes amigos.
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