martes, 9 de octubre de 2012

EL LUGAR

Existe un lugar en Madrid que solo yo conozco. Imagino que miles de personas antes que yo pisaron ese lugar y pensaron: - Un lugar más en un sitio cualquiera. La realidad no es más que esa, hay cosas que solo están hechas para ojos expertos, al menos las menos bellas. Tengo una virtud que pocos tienen, ver más allá de lo simple y evidente. Posiblemente no pueda definirse como un Don, pero me siento afortunado por ser capaz de llenarme por cosas que a otros les resultarían banales, por nutrirme de momentos que a simple vista parecen normales y por disfrutar como lo hago de lugares donde los sabios nunca se pararían a descansar. 


Estos lugares lo lleva uno muy dentro de sí, como el secreto mejor guardado. Miles de veces se te pasa por la cabeza desvelarlo o enseñárselo a alguien de confianza, pero el miedo al fracaso a veces nos convierte en demasiado cobardes. A lo mejor cobardes no es la palabra, pero si cuidadosos. 

Hay algo dentro de mí que me impide descubrir mis secretos mejor guardados. Posiblemente sea menos valiente de lo que aparento. Posiblemente me afecte más de lo racionalmente visible la opinión de los demás, pero ya tengo 27 años y nunca he enseñado ninguno de mis lugares mágicos. Y si miento, y alguna vez lo he hecho, posiblemente no haya tenido la aprobación que esperaba. Por ello me terminé replegando en mi mismo, como tratando de alcanzar un horizonte quemado por el Sol, pero a sabiendas que solo cinco minutos se me concederían para disfrutarlo. 

Podría sentarme y mirar como la roca es empujada una y otra vez por el mar, sentarme en aquel banco carcomido por las frías noches de Diciembre únicamente para ver pasar gente, quedarme de pie bajo el techo de zinc escuchando el sonido de la lluvia, pasear durante la noche por el lugar donde las personas se recogieron a descansar, esperar, contemplar, sentir,… y el tiempo, en su genial ironía nunca se ha prestado a dejar de pasar. 

Ayer visité un lugar especial. Su autor me lo presentó y pronto pude comprender su magia. Nos hicimos amigos. El sitio, como si de una novela se tratara me enganchó desde el primer momento y ahora ya forma parte de mí. 

He decidido que voy a cambiar mis planes. Voy a dejar de ser tan egoísta y voy a comenzar a regalar los lugares más bellos de la tierra. Pero para eso voy a poner unas reglas que se deberán cumplir. Estas reglas serán únicamente para ayudaros en la tarea de asimilar la belleza del lugar, para facilitaros su encantamiento, su magia, su hechizo, para que forme parte de vosotros como algún día lo hará de vuestros cómplices y de esta forma extender la virtud de la contemplación. 




Las reglas son: 

- Cuando estés allí, únicamente piensa en ti. No te sientas incómodo, porque nadie mejor que él sabe porque has ido a visitarle. 

- Siéntate, tomate tu espacio y olvídate del reloj, el tiempo nunca te tuvo en cuenta para continuar girando. 

- Este sitio forma parte de ti, así que si tienes que gritar, grita; si tienes que llorar, llora; si tienes que reír, por dios, ríe y si tienes que llorar, nunca dudes en llorar. 

- La última y no por ello menos importante, si no puedes mejorar el silencio, entonces no hables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario