miércoles, 14 de noviembre de 2012

INFORME DEL INVERNADERO

Cuando un estudiante decide plantearse su futuro, tiene que tener en cuenta las distintas salidas profesionales que pueden darse en el. Muchas veces estas decisiones pueden parecer desproporcionadas debido a su grado de relevancia personal, pero existen casos en los que los estudiantes, conforme van realizando los años de estudio, van teniendo claro cuál es el objetivo final al que quieren dirigir su vida. Cuando esto sucede es prácticamente imposible que no se alcance lo que realmente se persigue. 
Posiblemente esta sensación se experimente muchas veces en la vida de las personas, pero personalmente creo que nunca en tal intensidad como cuando se pretende aplicar lo aprendido durante años de formación en beneficio del Mundo. 

Desde hace años, la Universidad Politécnica de Madrid, ofrece becas y bolsas de viajes para que los estudiantes que sienten la inquietud de salir más allá de sus fronteras y consolidar los deseos e inquietudes adquiridos durante la carrera, puedan hacerlo para realizar su PFC en cooperación al desarrollo. Actualmente la cooperación universitaria para el desarrollo está abriendo sus puertas y capacitando a personal para que pueden desarrollar su actividad de la mejor manera posible. 

Así lo experimenté yo. Tuve la suerte de poder realizar mi TFC en cooperación para el desarrollo en Kamabai (Sierra Leona) mediante el respaldo de una institución tan importante como lo es la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), y los resultados fueron más que positivos. Gracias a mi experiencia, entré en contacto con El Grupo de Cooperación RISE (Red de Ingeniería Solidaria y Educativa) el cual pertenece a la UPM y actualmente se encuentra a cargo de Cristina Velilla. De esta forma comencé a trabajar como becario para la Fundación Premio Arce (FPA). No todo es tan bonito como parece, siempre se necesita gente buena y profesional que crea en los proyectos, por eso es, por lo que Pilar Linares ha supuesto para mi, una madrina y mi impulsora dentro de la cooperación. 

Después de seis meses gestionando RISE, nació la posibilidad de construir un invernadero en La Ciudad de los Niños (Costa Rica) y rápidamente pensaron en mí para llevar el proyecto. 

El invernadero forma parte de una serie de proyectos desarrollados por Iter, ONGd de la región de Murcia, vinculada a un grupo de empresas de tecnología agraria (Novedades Agrícolas). Dentro de este marco, Novedades Agrícolas, cuenta con una serie de sucursales en diferentes partes del mundo y concretamente aquí en Costa Rica, disponen de un gran equipo de trabajo, dirigido por Guido Barquero, los cuales fueron los encargados del montaje del invernadero. Por ello es tan acertada la construcción del mismo en la Ciudad de los Niños, ya que actualmente, se están formando más de 400 chicos entre 14 y 21 años. El invernadero supone contar con un nuevo recurso alimentario y económico para la institución, aparte de una útil herramienta en el módulo agropecuario que se imparte. 


El proyecto de levantar un invernadero en la Ciudad de los Niños ha requerido de múltiples actores, que han colaborado de una manera eficaz y cuyos resultados se están viendo reflejados en el buen trabajo hasta el momento presentado. De esta manera, tanto el personal de fincas, como la empresa Novedades Agrícolas Costa Rica, han trabajado de manera estrecha para alcanzar los objetivos presentados en el cronograma del proyecto. 

Los medios que se disponen en Costa Rica, abren las puertas necesarias para ampliar de manera futura las instalaciones del invernadero a tres módulos, con un total de 1500 m2. Esto sumado al trabajo de la gente de fincas y en especial del encargado del invernadero, René Martínez Cortés, hace posible su ampliación en un futuro muy cercano. 

Los primeros pasos se realizaron llenos de esperanza, con la certeza que unos pilares soportarían el peso necesario para poder sembrar más de 2000 plantas y de esta manera tener el suficiente alimento como mejorar la dieta de los jóvenes de la ciudad. En cuestión de 3 semanas se sembraron los pilares y se consolidó la estructura con sus respectivos canalones y pies de amigos. Los pendolones sirvieron de sustento para contener el peso bruto del cultivo. Una vez firme el esqueleto del invernadero, se procedió a cubrir el mismo con plástico y malla antiáfidos. De esta forma el invernadero pasó a formar parte de un paisaje verde entre un valle de sueños. 

Uno de los puntos importantes fue la introducción de la tierra y el estiércol que formarían las 12 eras de los cultivos. Se necesitaron más de 23 carretas las cuales se tuvieron que descargar con el trabajo del personal de finca. Una vez dado forma al interior del invernadero se procedió a la introducción del sistema de riego. 

Después de realizar el trasplante de las 800 plantas de tomate de variedad Milano y las 800 plantas de chile dulce de variedad Natali llegamos a la conclusión que era necesario mejorar el drenaje en el interior del invernadero. De esta forma realizamos drenajes entre cada una de las eras para facilitar la salida del agua que se acumulaba durante los riegos establecidos. La tierra del invernadero tenía que ser educada ya que era la primera vez que contenía un desarrollo intensivo de cultivos, por ello nos centramos en su mejora y nutrición. 

Durante las primeras semanas después del trasplante, conseguimos preservar los almácigos del ataque de las plagas y enfermedades, ya que, es el escenario propicio para que se desarrollen debido a la presencia de altas temperaturas y mucha humedad. De esta forma uno de los puntos principales en los que nos hemos centrado ha sido la prevención y el control de estas. 

La selección de los cultivos y sus variedades es consecuencia de una necesidad de implantar cultivos de difícil manejo, con el fin de que los jóvenes conozcan las técnicas necesarias para el desarrollo de estos cultivos indeterminados en ambiente protegido. Gracias a la implicación de los profesores de agropecuario y a la gran acogida que ha tenido el proyecto en la Ciudad de los Niños, los jóvenes que pertenecen al módulo de agropecuario nos ayudan diariamente y están siendo capacitados para desarrollar de manera profesional su actividad. 

Actualmente los cultivos presentan un aspecto magnífico. Su desarrollo está cumpliendo con su estadio fenológico y en cuestión de un mes esperamos tener la primera recolección de tomate y chile. Las previsiones apuntan a obtener una recolección de 7.000 kilos de tomate y prácticamente 20.000 frutos de chile dulce. Dado que diciembre es el momento con el precio de estos productos es más elevado, se tiene previsto incluir estos alimentos en la dieta de los jóvenes de la Ciudad de los Niños, lo que supondrá un ahorro sustancial del dinero invertido en alimentación. 

Afianzaremos el proyecto y buscaremos más posibilidades dentro de la Ciudad y del país para que como yo, nuevos estudiantes con inquietudes y ganas de salir puedan ver sus deseos hechos realidad en la Cooperación para el desarrollo. 

Desde aquí solo puedo dar las gracias a todas aquellas personas que forman parte del proyecto y que han creído en mí.

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